La objetividad es un principio fundamental con el que se pretende evitar al máximo la subjetividad y el conflicto de intereses entre el auditado y el auditor. Este principio, va de la mano de la imparcialidad de las apreciaciones hechas por el Auditor sin importar la raza ni las creencias políticas, religiosas, económicas y éticas del auditado.
El Auditor debe estar libre de impedimentos e influencias que afecten su juicio y razonamiento. La pérdida del criterio de independencia elimina la validez de sus apreciaciones, conclusiones, juicios e informes.
La responsabilidad obtenida durante el proceso de Auditoria obliga al Auditor a cumplir de manera eficiente y eficaz con las actividades asignadas para la recolección y evaluación de evidencias. Asimismo, debe velar por el cumplimiento del valor de confiabilidad, es decir, que tanto las evidencias como las apreciaciones obtenidas sean ciertas, verídicas, concretas, tácticas, reales y completamente demostrables sin inventos ni suposiciones.
El rango de conocimiento constituye otro de los principios del Auditor ya que este puede ser completo, bueno o adecuado pero nunca debe ser nulo. El establecimiento de grupos interdisciplinarios durante el proceso de Auditoria garantiza que el rango de conocimientos sea suficiente para obtener y evaluar con claridad y criterio las evidencias del proceso.
Otros valores presentes en el auditor son la honestidad y cumplimiento de sus obligaciones bajo las reglas y condiciones convenidas y en el tiempo acordado.
La lealtad es otro valor imprescindible en el Auditor ya que es necesario responder con claridad y honestidad a quien lo contrató. No obstante, es necesario evitar cruzar la línea delgada entre la lealtad y la complicidad.
La integridad profesional obliga al Auditor a rechazar cualquier acción que desacredite a la profesión.
En último lugar, tenemos el principio de confidencialidad que garantiza que la información no pueda ser obtenida ni permeada por familiares, amistades u otras personas ajenas a la Institución, ya que puede llegar a comprometer el funcionamiento y buen nombre de la Organización.
Para finalizar, debemos tener en cuenta que el no cumplimiento de los principios y valores del Auditor pone en cuestionamiento su credibilidad y profesionalismo provocándole problemas económicos, legales y de imagen y dejando entre dicho la profesión.
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